sábado, 3 de diciembre de 2011

lunes, 29 de marzo de 2010

Hormiguita


Fue hace muchos años. En una gran casa, que ya se veía como abandonada, Bruno pintaba con carboncillo los caballos de doña Delia del Carril. El jardín era como un bosque, había al fondo un escenario desvencijado. Allí estuvimos alguna vez con Jonás, Jaime Gómez Rogers, poeta delirante. Recuerdo cuando apareció Gustavo Valdés Bunster y le propuso a la Hormiguita ciertos ejercicios orientales para aliviar sus articulaciones, con el resultado de dejarla aún más estropeada. Por aquel entonces, Bruno boceteaba grandes cúpulas, carpas enormes alojando aéreas trapecistas en circos donde hubieron personajes en monociclos, la modelo que posaba para él terminó con un esguince. ¿Porqué la Hormiguita no cruza la carretera en verano? Porque le tiene miedo al hormigón caliente...

En ruta


Entonces, una vez concluidos "Los cuatro puntos cardinales de Coquimbo", gracias a Fondart Bruno emprende un viajo a lo largo y ancho de la región. Con Yago Sutil subieron a cumbres, expusieron la obra en Escuelas y prostíbulos, recorriendo los profundos rincones alejados de la urbe.

¿Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere?


Tantas. En el texto de Felipe hay certidumbres de las cuales puedo dar testimonio, ya que a Bruno lo vine a conocer desde edad temprana. Otras cosas las evoco de otro modo, pero hay que tener en cuenta que es un cuento de otro cuento, eco de otro y así hasta el final, el cual no es otro que la pregunta ¿Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere?
Ahora, mientras, estamos en la Herradura divisando a lo lejos las luces rutilantes del puerto, la bahía.
El mural "Lagar", al cual me voy a referir, a significado la consagración del artista, que ahora se cabecea con un McIntosh desentrañando los misterios del Potoshop. ¿Por dónde comenzar? Se va olvidando tanto uno del principio a medida que se envejece. Recuerdo clarito una escena de la "Parrillada Yugoslava" de calle Merced, donde un pintor desplegaba el óleo multicolor de los paraguas de transeúntes una tarde de lluvia.

martes, 6 de mayo de 2008

A BRUNO TARDITO por ALVARO RUIZ


Nunca más seremos los mismos




foto de Julia Toro,
expo foto Instituto Cultural
Las Condes- mayo 2008.






Nunca más seremos los mismos
Que ayer bostezaban bajo los árboles de la vía dolorosa
Boquiabiertos ante el sol que se marchaba a alumbrar el
Oriente de los sueños dorados
Los golpes crueles del destino
Bajo la sombra de un ombú
En el bosque de los encantos
Encantos como el de la flor de lis deshojada por los silfos
O la luz arriba atravesando el follaje oro verde
De las copas vacías de bacanales fiestas y alegrías
Con una carga de delirio original
En el bosque de los espantos revertidos
En una tela que es una ventana abierta
A los hechos simbólicos de estar vivos
Con ojos que se adhieren al paisaje y se cierran
Como párpados enormes que hacen de paraguas
Al planeta que secretamente nos vio nacer
Allá en las antípodas del buen año 1953.

LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES por FELIPE VILCHES

Bruno Tardito, Los Cuatro Puntos Cardinales. Pinturas de La Herradura- Coquimbo

El pintor viajero Bruno Tardito que trae su nueva pintura de corte surrealista a Santiago en el PROYECTO FIN DE MILENIO, retrata la vida de la fiesta popular, ese breve tiempo de felicidad del hot dog que tiene el pueblo a los cuatro puntos cardinales.

Sus pinturas “Los Cuatro Puntos Cardinales” los expuso en febrero de 1998 en el Museo de Sitio con el patrocinio y auspicios de la Ilustre Municipalidad de Coquimbo.

El artista considera que la pintura traduce su vida errática como lo fué la vida del ápostol Vincent Van Gogh, ya que debieron pasar muchos años para que la sociedad comprendiera a los artistas que surgieron repentinamente en bandadas independientes. Cree que ha sido un pintor listo, ha trabajado “como el último jinete de una raza sin banderas, Bruno Tardito se quedó en el WC de Santiago, dibujando los comics del Hampa en un diminuto garage de la ciudad” (Gonzalo Ilabaca, 1993), lleva la autoobservación a laberintos díficiles, que lo impulsan hacia afuera, cruzando otras geografías para pintar las montañas, al lado de las estrellas del Valle de Elqui. Subió, enfermo de la luz, a las alturas de un cerro de más de 4.000 metros sobre el nivel de mar, con sus telas amarradas y con los burros pateando, subió muy estimulado porque había ganado el Primer Premio de Pintura de La Fiesta de la Vendimia de Paihuano. Estamos ante un duro artista que se amplia al trabajo de instalaciones. De juicio terco cuando se evaluan principios, termina lo que proyecta y siempre sera un pintor de la Herradura, Finalmente, es testigo geografico de su espacio humano.

Bruno Tardito Stranz nació en Febrero de 1953, es del signo Piscis, -que sepan mi signo- porque los signos pesan mucho más que todo academicismo científico.

No acoge a la naturaleza, arremete con su titánico esfuerzo, se tira en balsa por el Río Limarí con sus valientes amigos.

Empezó muy joven pintando murales en Talagante, luego la vida errática lo acerco de asistente de la Hormiguita Delia del Carril. Lo distinguió ella con su amistad y a la vez era uno de los últimos discípulos de la Hormiguita y trabajaron juntos cinco obras de los caballos que a ella tanto le encantaban... y Tardito trazaba los caballos que ella imaginaba, dando las ordenes de borrar desde la cama, su lecho de vida y muerte.

Aquí, en estos periodos de su vida es donde Bruno se da cuenta que la vida le otorga de pronto máximos honores, que pasando el tiempo de reflexión en el Taller se descubren positivamente grandiosos momentos, como los que vivió en Arica en 1973: “Fué en la época que era común encontrarse con gente decidida a ser inmortales, el furgor fue tan brillante que la reacción no se dejó esperar. Vino el horror que instauró la incertidumbre del orden, hasta allí llegó mi formación académica”

Al fondo del Taller esta la cocina cubierta por una malla que nos deja mirar un gigantesco collage llamado EL SOBERANO ( 1987-1992) que arrastra desde la adolescencia cuando vivía en Plaza Italia (Santiago). Es impresionante ver el collage psicopatriótico como una segunda piel de su imaginación creadora, esta inspirado en los héroes de fantasía de la humanidad, hay un sistema escalonado de imágenes. Allí esta la parte manifiesta, original y oscura del ser, de donde emana todo el espacio cósmico cayendo a los hombres.

Hay mantos sagrados en el collage, montañas y diques que le ponen frenos al mar.

Saltan rayos, con la traducción posible del collage: todo lo sagrado viene de lo cósmico que ha transcendido a los símbolos, en este caso los héroes: El Papa es el amo verdadero de las estrellas.

En el suelo del Taller están los libros viejos, diarios, revistas Apsi, infinitas en el suelo del olvido donde las pisadas han borrado tambien las baldosas. En la antesala tiene una gran pintura de los pescadores en el micróscopico puerto. El pescador en la escalera con la canasta de peces, es un gran bosque de peces; pesca milagrosa que golpea a la cara cuando vemos en una baldosa vinagre el rostro de Cristo. Hay un balón de gas tapado por un sombrero alado, paquetes de sal y vidrios, un muñeco de lana, porque se trata de una creencia en la endemoniadas y ondulantes realidades, donde la Tierra tiene poder sobre lo mundano, así recuerda la sede Arica de la Universidad de Chile; “la sede quedo enterrada bajo el barro que trajó el invierno boliviano, despues vino el golpe militar cuando la limpiamos, y la cerraron muy limpia, esa es mi formación académica. Alcancé a recibir clases de figura humana dictada por Victor Carvacho.”

Al lado de la cama estan miles de monedas de cobre, de bronce dando una tonalidad al velador con los libros: Nostradamus, Inquietudes Maternales, La Divina Comedia, El Tesoro del Corazón, La conquista de la Tierra, El amante de Lady Chaterdey, Espartaco.

En el muro de la cama esta pintado su hermano Claudio con su compañera, con tres botellas de tinto que son pilares de un plato. Tiene un cielo pintado alucinante, dalisiano y lácteo que ameniza con pedazos de fósiles. Hay un cholguán vacio, donde estaba la escultura negra que simbolizaba el amor, hay una piedra del porte de una mano que tiene en sus fauces otra piedra, y al lado hay una piedra huevo alterada. Junto a una zapatilla vieja y seca, moldida por los perros esta encima de una escultura de conchas, donde las conchas hacen una enorme cabellera aterradora.

Hay una mujer watusi en un cuerpo negro, una lámpara de Aladino y detrás de la puerta el artista tiene una pala para la defensa de los derechos de autor, si alguien entra a robar.

Acostumbra Tardito -como trabajan los artsitas independientes-, siempre recoge desechos, lo dejado por inservible lo lleva a casa como pedazo de espíritu, trofeo- amuleto, que a su vez es naipe y destino.

Pronto el elemento se incorpora a un collage, o queda abandonado a un rincón con número de espera, que al tiempo por el polvo de la calle del Horno 100, -donde ve toda la geografía de la playa- transforma el objeto recuperado, que ha estado más tiempo.

En 1979, para financiar su carrera de diseño gráfico en el DUOC, trabaja como modelo, posando en el Curso donde realizaba la ayudantía Sergio Lay (Universidad de Chile), y el profesor Rodolfo Opazo. Su cuerpo era el centro para explicar y desarrollar el pensamiento estético. Se estaba informando en carne propia de los métodos que allí se impartían: el taller con artistas, estufa, el modelo, las consideraciones de forma humana, donde se indicaban sus partes “de puntodonor” (rubor y honor a la vez), donde unas pintaban tremendo aparato reproductor, y otras lo dibujaban como un ángel sin aparato reproductor.

Cuando más adelante conoció al Profesor Claudio Cortés este le expresó que debería despues de terminar la carrera, ir al laboratorio de restauro de pintura antigua, de Don Ramón Campos Larenas, en el cual se encargaría de la etapa final del restauro, que es la reposición del color, la técnica era acercarse a lo dado por el pintor mediante una yuxtaposición de líneas y puntos, captando los colores desde el inicio del cuadro hasta el fin.

Esto permite digerir los distintos procesos de cada autor, penetrando en el corazón de la estructura cromática de cada obra. A la manera del Fausto de Goethe, Bruno conocía las distintas épocas y estilos, entre pintura de Mulato Gil de Castro, los Anónimos autores de pintura de la Iglesia San Francisco, pasando por Raimundo Monvoisin, Fray Subercaseaux y los impresionistas, los expresionistas como Francisco Gonzalez, Pedro Lira, Pedro Luna, arturo Gordon, Alberto Valenzuela Llanos, Alfredo Valenzuela Puelma y hasta llegar a las tendencias actuales: Claudio Bravo, Nemesio Antunez, Fernando Morales Jordan, Carlos Faz: “Arrendé un departamento en los bajos fondos del Café Ulm, allí trabajamos juntos con José Samith, traspasandome este conocimientos, amistad y su mística concepción de la vida del pintor. Pintabamos a nuestras amigas sin dejar de escuchar la música de capoeira, hasta llegar a trances que impregnaban nuestras pinturas”.

Algunos años después en 1987, expone PINTURAS A CONTRACORRIENTE, en el Centro Cultural Mapocho, se reencuentra con José Samith y Eduardo Mena en 1993, en la exposición 30-40-50 AÑOS LUZ (Centro de Extensión de la U. Católica), donde Justo Mellado considera que estos ºultimos mohicanos” era una cultura pictórica barrial, síntoma de amenaza por “persistir en su función de borde”, que Tardito “se ocupa del desenfreno social exterior, sospechosamente luminoso, cancelado en el formato vigilado de la fiesta popular”, padeciendo “el mismo tipo de exclusiones que padeciera el Flaco a fines de los años `60”,y como sentencia su hermano Claudio: “pintando sin más fé que la de buzo pescando locos”.

Por otro lado, ser pintor independiente en esta familia no ha sido cosa fácil, para qué y por qué, se une al desconocimiento de la vida errática del pintor, pues son obras en proceso mental bajo el asedio de la fortuna y las imágenes que se vengan al espíritu por ejemplo, los brazos construídos de cables de teléfono color cerveza Bier, como venas de una tragedia colectiva de un pueblo que entre alcohol y la fiesta religiosa.

La familia del pintor tiene muy definidos talentos, muy bien distribuidos.

Su instalación de arte en el jardín, llamemosla, La Casa de Nuevo, debió ser un túnel de opiniones, es un snobismo con esos acuarios de peces preciosos incrustados en las murallas, límite de adentro y afuera., una acción paciente de la percepción plástica.

Se pasean en el jardín de increíble silencio los recuerdos de tierra infértil, y siguen allí junto la pieza construída por Bruno de focos de auto y desechos con incrustaciones de acuarios donde los peces se mueven y hacen moverse las paredes. Cada año avanza esta instalación, siempre anuncia futura protección, ingenio y perseverancia, y viveza chilena.

Este ambiente es impagable cuando Horacio toca el piano a Debussy o Chopin, o viene llegando de Polonia, México, Brasil,Venezuela y Rusia, o va nuevamente a un concierto a Europa.

Ahora la pintura que viene a mostrar Bruno Tardito a Santiago toma una visión circular de la geografía de la Herradura, son Los Cuatro Puntos Cardinales en su propia mirada desde su casa como centro, pero en su imaginación reproductora que ejecuta la pintura con todo el espacio humano que envuelven estas montañas. Pintó ese grandioso paisaje expresionista del valle, donde se pasean los Ovnis, y donde los visitantes al Observatorio, que van subiendo por el camino de piedrecillas y las grúas, hasta La Cumbre del Abismo (TOLOLO), de allí se pierde la vida humana, y las cordilleras estan acostadas como lienzas descomunales, muestran un planeta seco y desierto, se ve desolado y grandioso.

El mundo se muestra dormido, acostado, retenido con los aires altos, un mirador puro y frío, que solo dominan los últimos cóndores. El espacio tiende sus colores, de ellos salen hilillos de resplandores únicos que anuncian la vigilia de las atmósferas.

En ese lugar nace el sol en las mañanas y se va asombrando con sus luces en las montañas. Luego en las pinturas se puede presentir todo el tiempo interno que se necesita para dejar ahí a los personajes, sumidos en el silencio de la representación popular. En estos paisajes, en medio de los insólitos 4.000 mts., siempre hay gente observando el mismo caos lumínico de la zona Norte, aparecen fumando gitans porque hacen un video, como si nada. De las escaleras cordilleranas sale el expresionismo del Valle hecho surrealismo,que denuncia el punto humano en el espacio inmenso conviviendo entre desierto como la pintan Gonzalo Ilabaca, EugenioTamba Owen, El Finao Pablo, Gaspar Moreno, Martín F. de la Peña, Patricia Pinto, etc.

Tardito se inspira en esos momentos alegres y religiosos de la gente, que caminaron con chales, dinero, hijos, sillas y risas, hasta la Pampilla a rosarse con los otros.

Estas fiestas tienen un existencialismo bucólico y popular a color, las noches se comienzan cálidas y se mantiene el calor con el pisco, se persevera y permanece como colono y ermitaño para que broten las emociones que chillan en sus collages, donde inserta el artista a paciencia del Papa y la misteriosa Guerra de las Galaxias. Con collages y sus pinturas mantiene el aviso pictórico, la presencia innegable de la vida del pueblo y los artistas (ha pintado a sus amigos, colegas y seres sin fama) creándose un lazo social que expone el pasado babilónico del Valle, por ello, esta metido en La Tirana, su pintura tiene la fuerza de la voz independiente del Norte para pintar el Valle, La Herradura, la Caleta de Pescadores, los ríos frente al Valle de Elqui, los Cerros infinitos y Andacollo. El Norte no solo son montañas enlazadas de colores azules vaporosos sino que bajo los pies la montaña estaba viva para la presencia del artista! Coquimbo no se ve desde esas alturas descomunales desde donde pinta el artista, solo este se fascina con los cielos multicolores. Esa visión de la naturaleza físico-geográfico como un ser grandioso, espejo inexplicable para otros, conmovió y provocó, la totalidad, la gran mirada circular del artista.

Desde ahí, no hay pueblo de Vicuña, no hay ciudad de La Serena, no hay playa de la Herradura, no hay Paihuano.

Actualmente Bruno Tardito vive con Jocelin, que estudia Arte en el ARCIS de Santiago con el vigor del romanticismo real, en el agradable balneario de La Herradura junto su hermano Claudio (psicólogo), su mujer y los hijos de este, el computador incorporado a la familia, el polvo del verano, el ruido de la pasada de los taxis, y los elementos dispares de la vida cotidiana se reunen en la colina donde esta enquistado el Taller:

Por razones historicas y de familia de talentos intelectuales, es lo que ha llevado a considerar que Bruno es un seguidor de Dalí, es un adelantado en la recuperación del paisaje humano en su locura plástica, sin ser un loco desenfrenado, al contrario, todo lo que hace tiene el desgarro de lo personal y el silencio conjetural, es decir escucha lo diferente para incluirlo bien saboreado en lo imaginario cosmológico.

RETRATO DE FAMILIA DEL PINTOR

Tenemos un hijo pintor... y se murió Don Horacio Tardito O. convencidísimo que Bruno era pintor para toda su vida, que lo dejaba en un buen camino a la edad de 16 años, que sus propias cenizas debían ser esparcidas en Tongoy. Era nieto de un genovés que huyó del presidio donde su castigo estaba de remero en las galeras. El “Galeote” le decían a su abuelo, era tan insoportable que su hijo Don Tito huyó a los 13 Años, ganandose solo la vida. A los 25 años el abuelo era un próspero e inculto empresario, se caso con Ester quien fuera profesora de piano de Rosita Renard.

La abuela Ester Orellana traía las requizas materiales y espirituales y murió temprano, dándole educacion Don Horacio hasta tercer año en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), y el abuelo Don Tito opinaba que por la opulencia de ese tiempo no necesitaba estudiar y Horacio se transformo en un genial dandy autodidacta.

Esto pasaba en Chile a la raíz familiar del artista, mientras de Europa venía su abuela que entró al campo de concentración en Yugoslavia rescatando a su Josefina a quien a ser la madre de Bruno. Ella escapo de la muerte de los campos de concentración en Yugoslavia.

Josefina Stranz Mannweiler, llegó a Valparaíso en el 1949, a bordo de un barco anónimo que no era el Winnipeg, no habían multitudes de pañuelos blancos, dándole la bienvenida a esta anómina víctima de la Guerra. Sin comprender el idioma se encontro en el tren a Santiago, donde lo que escuchaba asustada en la radio portatil del vecino, no era el discurso de otro terrible dictador, sino que el relato de un partido de football.

Se bajo del tren y entro a trabajar inmediatamente de garzona en el Restaurant Europa, frente al Congreso Nacional antiguo. Allí conoció su madre al dandy de su padre, Don Horacio, quien sustentaba con orgullo el derroche de la herencia familiar.

La mama no se impresiono de la figura del padre ni de sus uñas barnizadas, ni de los grandes ramos de flores, sino que ella venía de un mundo donde el límite del sufrimiento convertía a la persona en un diamante o perecía.

Don Horacio al conocerla, ni lento ni perezoso, quizo cambiar inmediatamente su vida de elegante calavera y un día, con lo que quedó de su fortuna, adquirió un inmenso camión Krupp, con acoplados, el cual estacionó frente al Restaurant, tocando la bocina como un tren, jurandole en inglés a Doña Josefina, ya diamante puro de tanto sufrimiento, que de ahí en adelante sería otro, que la amaría para siempre. La madre bajo el puente levadizo de su imaginado castillo y de ahí nacieron, Claudio, Bruno y Marcelo. Pronto se esfumo el camión por la falta de experiencia del padre. Luego pusieron un café restaurante, con parrillada yugoslava, El Candil cerca de los faldeos del cerro Santa Lucía, el cual debido al estilo en el ambiente y comida, más la sensibilidad solidaria de don Horacio, rapidamente se transformo en un punto de reunión de los artistas pintores y escultores de la época: Reinaldo Villaseñor, Samuel Román, Huélen -hijo de Fco, Gonzalez-, Pablo Burchard, Eduardo Ossandón, muchos más y entre ellos, José Samith que era un adolescente, ya ayudante en Bellas Artes. Un día cualquiera, como a los 5 años, se dió cuenta que le decían Bruno, que este era su verdadero nombre y una tarde lluviosa, en El Candil, a los seis años observando sobrecogido sintió el deseo irrefrenable de ser pintor, al ver una tela en blanco que se iba llenando de paraguas multicolores y de gente y pavimento mojado, era Raúl Ulloa Burgos, quien pintaba lo que veía a través del ventanal.

Frecuentemente las tareas de Bruno eran ilustradas por estos pintores amigos de Don Horacio. Paseaban a los niños los amigos pintores del padre, iban a las Feria de Escultura y Pintura del Parque Forestal, donde se presentaban conciertos y obras de teatro al aire libre.

Quedó impresionadísimo cuando vió a un solo actor hacer tres personajes, cambiandose ropa delante del público, haciendo a Hamlet. Cuando su padre enfermo de cáncer dejó en otras manos el café El Candil.

La familia se fue al campo y las largas caminatas bucólinas, sirvieron de despedida de Don Horacio, el padre del pintor que estaba muriendose rodeado de prendas artísticas que los pintores dejaron por comida, lo que significó que en realidad el padre siempre fue un calavera sin rubor. Antes de morir, escuchó en la radio la muerte del Ché Guevara, costo mucho detenerlo porque quisó matar al imperialismo.

En la última casa ya estaban las primeras pinturas de Bruno que no eran decorativas.

Empezó el surrealismo a invadir su mente, que bien decía Doña Josefina, mientras el ojo profesional de Claudio sentenciaba: “Pintando en tecnicolor, aquellos días grises, pintando y conversando, creando y recreando, desde aquellos días cuando era la aurora del artista adolescente, pintando las paredes de la casa, siempre insomne. Cartas llenas de dibujos, de repente el 11 de Septiembre. Pintando en sótanos, en lóbregos talleres con una luz encendida de toque a toque. Y llegaban los cofrades, gente que nada tuvo que ver con arte y sin embargo hemos tenido nuestra parte, porque quiero que se entienda bien: lo que verán no se hizó en un día, ni en un mes, ni en un año, este es un resultado de mucho tiempo. Este muchacho es un anciano” (Claudio Tardito,1993)

En Chile a nadie le falta su historiador, así Gonzalo Ilabaca, pintor y amigo de Bruno nos define las correrías de Bruno: “Es hijo de la tribu del Rey Lagarto, por su sangre romántica circula n el vino, el rock, y la sicodelia de la creación y del escandalo. Le gusta bailar hasta el amanecer en las cantinas, con botellas de vino en la cabeza y una equilibrandose en el gollete.

Con alambres y cordeles tensa telas como si fueran pieles de animales y pinta minuciosamente las ciudades que recorre transformandolas en aldeas del gusto de sus antepasados: nocturnos con fuegos de artificios.” Asimismo la raíz maternal hizó que siempre retornara a la casa de su madre dando vida al pasaje biblíco: “Volvió -todas las veces= a casa de su madre y para escapar de la vista de su abuela croata cabo en el patio un túnel y una galería a tres metros bajo tierra y decoro sus paredes con figuras eróticas que hizo de barro pensando en Kamasutra, allí fumaba y de ahí lo sacaron como un gato mojado y lo dejaron en medio de la ciudad para que se ganara solo la vida”.

Ese tiempo en el Taller independiente nuevamente caía al caos, que debía regresar al lado de su madre: ”Meses después volvió a casa de su madre donde confeccionó títeres para los niños de un jardín infantil, y cuando tocó dar funciones, siempre escogió el papel más divertido y perverso”.

Su hermana Marcia es muy recordada en el mundo universitario por el dominio de muchos idiomas, que por ser un trabajo muy cotizado, en aquella época de los 70, se fue a vivir a Seattle (USA), donde estudio más lenguas, filosofía, y continua enseñando chino a los hijos de chinos. Los hermanos Tardito son gatos-hippies viejos, son hijos de guerreros como Doña Josefina, que proviene de una fuerte raíz alemana, aquellos que se cincelan asimismos.

No son hechos por si mismos, sino esculpidos en cáracter y fuerza por sus padres que ya no están, y estos, entre ellos Bruno, estan comprobandose con cierto miedo, si realmente salieron bien del cáscaron. Si la matrix genética sigue intacta, felizmente esta bien, lo comprobaron cuando vieron que la hija de Claudio era copia fiel de Doña Josefina.

De adolescente la experiencia de lugares pequeños, los cambios han sido rápidos como una maleta , pinceles y una radio. Mientras en la noche , la luz de una luna llena, un jazz blue rock, que tambien puede ser un bolero, solo que la cassetera esta muy vieja, el pintor acecha su vida y a sus recuerdos los atrapa Gonzalo Ilabaca: “Viajó a la costa y durmió bajo los botes, deambuló feliz por solitarias arenas, junto a sus amigos, con una cabeza caballo como única comida, le encendieron grandes fogatas a la noche y aullaron como lobos a la luna.”.

Se estacionó en La Herradura, lugar que eligió su madre para dejar a sus hijos.

Bruno ha conocido más a sus sobrinos, y a su “hermano psicologo”, quien si no esta pensando en él, se sumerge a analizar a los demás, sus motivos, sus penas, sus deslealtades etc., hasta que aburre de su propia conciencia concienzuda y se va acostar.

Se despierta Bruno, enciende velas, sale a la calle a mirar las estrellas, vuelve a poner música y toma los pinceles para compartir con toda esa gente dentro de la pintura.

Felipe Vilches/1999



NOTA a pedido del artista se han suprimido personajes ya sin valor sentimental para el. (FVR)